jueves, 28 de agosto de 2008

El escaparate

La restricción que sus dedos impusieron es la infalible palabra que cierra todo grito. La perversión es la inútil, pero inevitable demostración de egoísmo en el humano. En el objeto. La carne que desgarramos por placer, y que aún asi sigue derramando deseos.
Un segundo se extiende hasta el confin de lo que pudieras sentir, o imaginar en su defecto. La elasticidad como propiedad del tiempo, se apropia de nosotros y nos mantiene en polos distintos, giratorios. Un espiral resultado de una ilusión óptica.
La conclusión no existe, el final es ciertamente una puerta a un segundo peldaño. A un tercer peldaño. A un cuarto y a un quinto, y sabrá la infinita tempestad en qué momento volvemos al primero.