martes, 25 de noviembre de 2008

Los brillos ajenos y sus coartadas

Las líneas tajantes que embarcan la osadía de una ciudad entera de encubrirse de brillos ajenos. El escenario se ve a diario. Las máscaras las hay por doquier, en los suelos polvorientos, robándole a un transeúnte sus pasos. En los cielos a lo alto. Camuflaje de las nubes por vergüenza de esta urbe.
Nuestras joyas citadinas son reflejos cristalinos en lagos de aguas negras. Vertientes fluorescentes, tóxicas como la piel, escudriñan los anhelos caídos y desdeñan el pasado del que no están orgullosas. Las calderas de una ciudad como la que hoy se sostiene de vanales letras y colores desteñidos, se han derramado por los cimientos, entrando por las líneas tajantes que embarcan la osadía de una ciudad entera de encubrirse de brillos ajenos.


- Sauvage